miércoles, 28 de noviembre de 2018

20 . PALABRAS DE LA ÉTICA CON P

Persona: La máscara que usaban los actores en el teatro se llamaba prosopon en griego, y persona en latín. Servía para dar resonancia a la voz y para identificar al personaje que representaba. Todo eso significa “persona”: el que representa un papel y también la interioridad que actúa en nosotros. Es clásica la definición de Boecio: “sustanáa individual de naturaleza raáonal”. 
La dignidad de la persona se ha hecho derivar de su condición inteligente, libre y responsable y en último caso de su condición de criatura divina. Placer: Satisfacción física o anímica producida por muy diversas causas: desde el sabor de un buen vino hasta la práctica del deporte o la conversación con una persona amiga. Se opone a dolor y el binomio placer-dolor constituye uno de los principales resortes de la conducta humana, pues por naturaleza buscamos el placer y rehuimos el dolor. 
La confusión del placer con el bien se llama hedonismo y su control racional se llama templanza. Polis: En la Grecia clásica, comunidad humana constituida en su origen por los miembros de varios linajes, todos libres e iguales. Los extranjeros domiciliados, los sometidos, los esclavos y los libertos no formaban parte de la polis. Cada polis ocupaba un territorio y se autogobernaba siguiendo un régimen monárquico, aristocrático o democrático. Tenían religión propia y culto obligatorio. Política: Del griego polis: ciudad. Arte de gobernar. Actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar.
 La filosofía política estudia las formas de gobierno y las instituciones que las encarnan. Physis: Naturaleza. Nombre dado por los griegos de la época clásica a aquello que existe en la naturaleza y que subsiste por sí mismo, sin intervención humana. 
Praxis. Según el marxismo, se trata de la actividad, consciente, objetiva y real por la que el ser humano se transforma a sí mismo y al resto de la realidad. Presocráticos: Filósofos griegos anteriores a Sócrates y que formaron el primer periodo de la filosofía en Grecia. Personalidad. Conjunto de características, de rasgos que constituyen y diferencian a una persona (también se puede hablar de la personalidad de un pueblo en sentido figurado). Prudencia: Virtud intelectual que permite calcular acertadamente respecto a la mejor elección entre varias alternativas posibles, tomando en cuenta todas las circunstancias, medios o consecuencias posibles. Posmodernidad: Movimiento filosófico y sociocultural contemporáneo que asume una actitud de desencanto y de pérdida de confianza ante las promesas de la razón ilustrada que no fueron cumplidas, como fue la creación de sociedades

19 . PALABRAS DE LA ÉTICA CON R

Relativo: Que no es absoluto. Que está limitado por la relación a una persona o cosa. Relativismo: Se refiere tanto al conocimiento como a la moral. Es la tesis que niega la existencia de verdades absolutas, universales y necesarias: todas las verdades dependen de diversas condiciones y circunstancias que las hacen particulares y cambiantes. Es claro que todo en la realidad es relativo en el sentido de que todo está relacionado, pero la realidad, siendo relativa, es objetiva al mismo tiempo; en cambio, el relativismo niega la posibilidad de establecer verdades objetivas. Relativismo moral: Afirma que no hay nada de lo que podamos decir que sea bueno o malo absolutamente. De ser cierto, todas las acciones podrían ser buenas y también podrían ser buenas y malas a la vez. Todas las leyes podrían estar equivocadas y debería imponerse el “todo vale”. Religión: Da respuesta, desde la fe, a las principales preguntas de la Filosofía. Viene de religare, que significa unión o enlace, implicando tanto las obligaciones de culto como la relación del hombre con Dios. Subjetivamente, la religión es la adhesión intelectual a las doctrinas religiosas y la aceptación voluntaria de sus normas. Esta es la razón de que la religión se entienda como verdad y como vida. La actitud propia de la persona religiosa se resume en el reconocimiento de la soberanía infinita de Dios y la manifestación cultual de ese reconocimiento. Responsabilidad: Del verbo latino respondere: responder. Es la obligación y la capacidad de asumir las consecuencias de los propios actos libres, de responder por ellos. ¿Responder ante quién? La respuesta clásica dice: ante los demás, ante la sociedad y ante Dios, en la medida en que nuestros actos les afecten. La responsabilidad es inseparable de la libertad: si ésta es la capacidad de elegir, aquélla es la aptitud para dar cuenta de esas elecciones. Razonamiento moral: Capacidad o habilidad para distinguir lo que está bien y lo que está mal a partir de los propios juicios. Racionalidad: Forma de proceder, por medio de la cual, se utilizan las funciones lógicas del entendimiento, a fin de crear las mejores y más viables razones que justifiquen la verdad, o por lo menos, la probabilidad de las creencias. Renacimiento. Período histórico, intelectual y cultural que tiene antecedentes en Europa desde los siglos XIV y XV y domina todo el XVI y con repercusiones en el XVII. Se caracteriza por su retorno a la cultura grecolatina; preponderancia en los valores humanos y en los de la naturaleza.

18 . EL MUNDO DE LOS VALORES

2.1. Concepto de valor(es)

La palabra valor, para diferentes autores y en distintas épocas, adquiere una pluralidad de significados. Sin embargo, en la actualidad nos es dado hablar de la existencia de distintos valores: útiles, científicos, estéticos, morales, religiosos, etc. Así, decimos que son valiosos:

La disciplina filosófica que se encarga del estudio de los valores es la Axiología. Etimológicamente, la palabra deriva de griego axios — valor y logos — tratado. La axiología es, pues, la teoría de los valores, es decir, la disciplina filosófica que aborda esta área de estudio que ensaya sus primeros pasos en la segunda mitad del siglo XIX.
 No obstante, ello no significa que anteriormente no se haya reflexionado en torno a los valores. Los filósofos de la Grecia clásica, Platón y Aristóteles, por ejemplo, no hablaron nunca de valores, aunque se ocuparon del estudio de la belleza, la justicia, el bien, la democracia, entre otros valores que en la actualidad seguimos considerando como tales.
Sin embargo, dichos estudios no lograron constituirse en un campo de indagación filosófica que tomara a los valores como un objeto de estudio por derecho propio, ya que cada valor era estudiado de forma aislada, por ejemplo, la justicia interesaba por sí misma y no como representante de una especie más amplia, lo mismo se puede decir de los demás valores particulares.
No es sino hasta el siglo XIX, cuando los valores comienzan a ser tomados en cuenta como un campo de estudio autónomo, es decir, como objeto de reflexión propio. Con el origen de la axiología:
El estudio de valores aislados adquiere nueva significación al advertirse el hilo sutil que los une y la proyección de luz sobre cada uno de estos sectores que arroja toda investigación de conjunto sobre la naturaleza propia del valor. De ahí que en los últimos años se haya dado un gran paso adelante al afinarse la capacidad de examen del valor en tanto valor

17 . EL CAMPO DE LA ÉTICA Y LA MORAL

1 . 1 C o n c e p t o s d e É t i c a y M o r a l

Etica y Moral son dos términos que comúnmente se tienden a confundir, cuando en realidad se trata de conceptos distintos. Sin embargo, no es casual que en el lenguaje que utilizamos en la vida cotidiana los usemos como sinónimos, lo que está sobradamente justificado, debido a que la etimología de ambos términos es similar. En sus respectivos orígenes griego, ética—ethos (carácter, costumbres) y latino, moral=mtr, (costumbres), ambos significan ciencia del carácter o de las costumbres.

 No obstante, en el campo de estudio de la ética, entendida como disciplina filosófica (en la que desde ahora nos vamos a introducir), se hace necesario trascender el lenguaje cotidiano cuando nos referimos a dicha distinción. A continuación, revisaremos algunas de las definiciones más importantes que filósofos contemporáneos connotados han abonado a este campo de reflexión.
Para Adolfo Sánchez Vázquez: “La ética es la teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad”1 y la Moral es el “Conjunto de normas aceptadas de manera libre y consciente que regulan la conducta individual y social de los hombres
Según esta diferenciación, la Etica viene siendo la ciencia de la moral y esta última su objeto de estudio. La Etica es, pues, la reflexión teórica y filosófica que llevamos a cabo en torno a las normas y comportamientos morales que como individuos desarrollamos dentro de la sociedad. Se trata, entonces, de la distinción entre una ciencia, un saber y/o una teoría (la ética) y su objeto de estudio (la moral).
En esta misma línea de argumentación, la filósofa Graciela Hierro establece una distinción entre estos dos conceptos. Para ella, la ética es el estudio de la moralidad y la moral vienen siendo todas las formas de comportamiento y normas de conducta que son instituidas como legítimas por la sociedad, con el propósito de que sean cumplidas.

16. EL AMOR PROPIO EN LA ÉTICA CONTEMPORÁNEA

6 . 1 . L a t r a n s ic ió n d e l a m o r a l . L a m o r a l d e l d e b e r p o r LA MORAL DEL BIENESTAR INDIVIDUAL (DEL AMOR) 

Para Lipovetsky la ética de los tiempos democráticos que corren es más bien “indolora”, es decir, alérgica a los deberes, a las obligaciones y a los sacrificios personales; se trata de un tipo de ética que sólo se pone en marcha gracias a la espontánea voluntad de los sujetos. Bajo este nuevo horizonte, el querer hacer las cosas, no el deber de hacerlas, es la razón más contundente para realizar cualquier empresa.

De este modo, la voluntad de hacer las cosas ha pasado al primer plano de una ética basada en el bienestar individual. Ya no se trata de la búsqueda del Bien, como una de las grandes virtudes morales, como en antaño se propoma en los discursos filosóficos y en los comportamientos basados en una ética del deber, sino de la búsqueda, a como dé lugar, del bienestar individual.

Bajo esta lógica, se trata de reclamar los derechos individuales (“subjetivos”), pero sin que éstos impliquen deberes. Este sería propiamente el sentido del paso de la moral tradicional del deber, a la ética del bienestar individual.
Tras una fase de disolución del orden heterónomo y sacrificial al que tendía la moral del deber, se da paso a un nuevo orden de valores que tiene como eje central el ideal del respeto a los “derechos subjetivos” de los individuos. Se trata de una ética del interés personal, donde habría menos “heroísmo ético”, y, en cambio, más “egoísmo inteligente”, a favor claro está, del bienestar individual.

 6.2. El n u e v o o r d e n a m o r o s o
Los problemas sociales y morales del siglo XX y principios del XXI, están llevando a la humanidad por el sendero de una crisis colectiva. La velocidad que asiste al desarrollo industrial está dejando tras de sí un interés por aquellos principios éticos universales; de una moral del deber estamos pasando a una ética del querer, en donde la ética del amor propio ya no es concebida como una condición del amor a los demás.
En las sociedades actuales este tipo de mutaciones están dando forma a lo que Lipovetsky ha dado por nombre un “nuevo orden amoroso”, donde lo que cuenta no es una clase de amor supeditado al deber y a los imperativos categóricos que regulaban este tipo de sentimientos en las sociedades tradicionales, sino el bienestar individual, en el que se hace prevalecer la felicidad light presentista, por encima de la realización de las virtudes y deberes, y donde el Bien, como ideal ético de la modernidad, ha dado paso al bienestar individual en las sociedades postmoralistas.


15. DEL ENAMORAMIENTO AL AMOR

El enamoramiento es una manifestación del amor pero no se confunde con él. Se trata de un proceso afectivo-sentimental, originalmente entre un hombre y una mujer que surge como un destello que parece indicar que esa persona es alguien trascendental en nuestra vida. Pero ello no es todavía el amor, sino una de sus apariciones nacientes.
El proceso de enamoramiento presenta varias características. Una de ellas es que es algo que sucede, es decir, tiene que ver más con el corazón que con la voluntad.
Enamorarse, en este sentido, “no es una decisión ni una elección, sino un proceso, algo que acontece, a veces incluso en contra de la propia voluntad.
No decimos: “me voy a enamorar de él o de ella”, sino que el enamoramiento surge como una cuestión del corazón más que de la voluntad o de la inteligencia; aunque no significa que estos elementos no tengan un papel en este proceso, pero es siempre secundario.
la persona del hombre o de la mujer, no sólo por el aspecto sexual, sino en su globalidad, es decir, por su personalidad, risa, inteligencia, ternura, carácter, mirada, sonrisa, etc. El hombre se enamora por los rasgos propios de la feminidad de la mujer, y ésta de la persona del hombre en su masculinidad.
Una tercera característica, indica que el enamoramiento no se reduce a mera atracción. Implica que, poco a poco, la persona del otro comienza a resultar esencial en mí vida. Gradualmente el sujeto amoroso empieza a darse cuenta que deja de ser uno, par ser con el otro u otra.
 De esta forma: Comienza a surgir un nuevo núcleo de vida que antes no existía... Un mundo por el momento exclusivamente privado al que sólo tienen acceso los enamorados pero que va creciendo de forma absorbente y expansiva.
El amor adquiere así su carácter central, decisivo y arrebatador; su fuerza terrible y hermosa, casi divina, que modela la realidad y decide el destino de los hombres porque, a partir de ese momento, la vida sólo tiene sentido en presencia y junto a la persona amada.

14. EL RESPETO COMO FUNDAMENTO ÉTICO DEL AMOR A LOS DEMÁS

La ética del amor propio, presupone en todo momento no sólo la relación persona-persona, sino también la relación hombre-cosa, hombre-mundo y hombre-vida en general. Se trata, en este caso, de un amplio espectro de vínculos humanizadores que el hombre es capaz de construir y, gracias a los cuales, da lugar a su segunda naturaleza, ya que todo lo que el hombre toca, entra en el reino de la cultura, su cultura.
Los modos de apropiación que el hombre pone en juego en estas múltiples relaciones pueden ser de distinto tipo: cognitivo científicofilosófico, mítico-religioso basado en creencias en seres sobrenaturales y práctico-utilitario intereses instrumentales.
  Un cuarto modo de apropiación no contemplado de manera explícita en los tres anteriores, resulta ser el modo de apropiación ético. Este último remite a los fines y valores que orientan la acción del hombre en sus relaciones con las cosas materiales, la naturaleza, la humanidad y la vida en general.
Como ejemplo de ello, podemos decir que resulta más ético no destruir una piedra que destruirla cuando es innecesario; no arrojar desechos tóxicos al mar que arrojarlos, no asesinar especies marinas en peligro de extinción que su exterminio, no cometer crímenes contra la humanidad que cometerlos, o finalmente, no atentar contra la vida que ponerla en peligro.

4 . 1 . R e s p e t o a l a v i d a


La lucha por la vida es una de las constantes de los seres vivos. Hasta el punto de que, durante siglos, se consideró el derecho a la vida como el primer artículo de una ley natural. Ningún ser vivo quiere la muerte. Esta es siempre algo que acaece, que sobreviene, no algo que los que están vivos busquen o quieran por sí mismos.

Todos los seres concretos históricos, espaciotemporales (sean estrellas o peces, nubes o montañas) están limitados en el espacio y el tiempo. Se dice que sólo Dios es eterno e infinito, puesto que está en todo lugar y tiempo. Pero en el mundo real todo empieza y todo acaba.

 4 . 2 . R e s p e t o a l a n a t u r a l e z a


Tenemos razones suficientes para pensar que los problemas de la naturaleza son los problemas del hombre por excelencia: necesariamente hacen referencia a su permanencia o destrucción definitiva.

Ante esto, se deben ofrecer razones al individuo para que se convenza de que respecto a la naturaleza no podrá actuar más sin limitación alguna. El ser humano necesita de autocontrol. Kant pedía a la razón metafísica no se excediera en su uso, nosotros podemos exigir al hombre de hoy no abuse de su condición antropocentrista.
Si sucumbe la naturaleza, caen con ella los grandes paradigmas del hombre. Por ejemplo, la ciencia, al versar sobre la naturaleza y la sociedad, produce un conocimiento menos sustantivo en la medida en que aquello que constituye su objeto se encuentra cada vez más devaluado; tal es el caso de las relaciones individuo-naturaleza.

 4 . 3 . R e s p e t o a l a h u m a n i d a d


La humanidad es tanto origen como destino común de los seres humanos en el planeta tierra. Con este proceso, que es la historia incesante de la humanidad, nos referimos al hombre humanizado, pero también al no-humanizado, es decir, al que se aparta del destino común tendiente al perfeccionamiento del género humano.

Se ha dicho una y otra vez, que el hombre posee dos naturalezas: la primera referida a los condicionamientos biológicos que comparte con la especie animal, la segunda está relacionada con la cultura. Pero, habría a esto que agregar una tercera naturaleza, y ésta es precisamente la humanidad, es decir, lo que genera la propia cultura; lo que el hombre ha sido, es y seguirá siendo mientras siga vivo en el planeta tierra.

13. EL AMOR PROPIO COMO AMOR A LOS DEMÁS

Coincidiendo con Fromm, el amor antes que una relación, es un arte que hay que ir aprendiendo todos los días; es pues, aquella actitud que orienta y da significado humano a la relación amorosa.
 En este sentido, el aprendizaje del amor tenemos que construirlo, sobre todo porque aquel no viene siendo una realidad constitucional del hombre; una prueba de ello es que existen en este último tendencias que son contrarias al amor, como la envidia, los celos, la discriminación, la indiferencia, entre otros rasgos de la naturaleza humana que dificultan el amor a los demás.

El amor de sí, es decir, el amor de cada uno de nosotros, nos debe al mismo tiempo posibilitar el tránsito al amor a los demás.
Una primera posibilidad en esto es manifestar “amor al prójimo”, definido este término como la voluntad de querer el bien de las personas que nos rodean; sí, de los que están a un lado de ti, de mí, de todos nosotros.
 En esta faena moral, se trata de poner al amor propio como criterio del amor a los demás, esto es: amar al prójimo tanto como a ti mismo, como reza el mandamiento bíblico.

12. EL AMOR PROPIO COMO AUTOESTIMA Y COMO AMOR A SÍ MISMO

La autoestima es el conocimiento que tenemos de nosotros mismos, es decir, la aceptación de nuestros potenciales y debilidades, aquello de lo que somos capaces hacer de acuerdo con nuestra humana condición. Significa, por tanto, la posibilidad de aceptarnos tal y como somos, con nuestras virtudes y defectos. Se habla hoy en día de alta y baja autoestima. La persona con alta autoestima, al aceptarse como es busca siempre el bien de sí misma, por el contrario, la que tiene baja autoestima, al no aceptarse con sus propios potenciales y limitaciones, tiende a la depresión, a la desmoralización y, en algunos casos, al suicidio. En pocas palabras, no busca su propia realización, sino lo contrario, su autodestrucción.
De lo anterior se desprende que la persona que tiene una buena autoestima es la que experimenta el amor propio, esto es, la aceptación de su propia naturaleza humana, y por lo mismo, lucha por conseguir su realización. Lo contrario sucede con la persona que presenta una baja o nula autoestima.
A decir verdad, la primera persona con la que de hecho nos relacionamos somos, evidentemente, nosotros mismos, y esta relación es la que da lugar precisamente al amor propio. Si aceptamos la idea del amor propio como elevada autoestima, tenemos que aceptar que aquel es bueno por varios motivos.

2 . 1 . I n d i v i d u a l i s m o : u n a c a r a c t e r í s t i c a DEL AMOR PROPIO EN LA SOCIEDAD ACTUAL


Con el término individualismo, sucede algo parecido con palabras como egoísmo y amor propio; su sola mención genera ambigüedad. Ser individualista es, o sinónimo de poco compromiso con los valores y causas sociales, o bien, su contraparte, compromiso propio con el desarrollo autónomo de cada persona.

En sentido estricto, el individualismo parte del supuesto de que no hay ética si no se respeta la autonomía del individuo, esto es, sin la conciencia del sujeto moral de su capacidad para crear o aceptar libremente sus normas de conducta, por lo que no puede ser malo en absoluto pedirle que se construya en cuanto tal, es decir, que no renuncie a su condición de ser proyecto creativo.


2.2. El e g o c e n t r is m o : UNA PERVERSIÓN DEL AMOR PROPIO


El egocentrismo es la concentración exagerada en uno mismo, lo contrario de mostrar apertura hacia los demás. Sin embargo, no es sinónimo del egoísmo éticamente considerado. Este último significa manifestación de amor a las propias potencialidades, en donde el amor propio es concebido como autoestima, como posibilidad de la propia autorrealización, junto a la posibilidad que tiene el hombre de reconocerse y actuar precisamente como sujeto ético, al mismo tiempo que practica el arte de amar a los demás.

Ahora bien, cabe preguntar ¿por qué se tiende a identificar al amor propio con el egocentrismo? Esto es así debido a que el hombre tiene una especial facilidad para centrare en sí mismo, en el propio mundo y en sus actividades, aislándose de las personas que le rodean. En esto consiste la perversión del amor propio efectuada por el egocentrismo.


11. CONCEPTO DEL AMOR

Con sólo mencionar el término “amor”, damos por sentado que existen muchas clases de amor: a sí mismo, a los demás, a la naturaleza, a Dios, a la humanidad, a los animales, incluso a las cosas materiales. Pero, el verdadero significado que interesa desde el punto de vista ético, es el amor que profesamos a las demás personas y a nosotros mismos, sin desconocer que el amor también se puede concebir en la relación hombre-cosa.
De todos los filósofos de la antigüedad, fue Platón quien en sus Diálogos E l Banquete y el Fedro, se ocupó del tema con mayor profundidad. Lo que dijo al respecto, su ubica en el dominio de los mitos, las fábulas y en su concepción general del amor griego. En este marco, de acuerdo con Ramón Xirau,111 Platón sostiene una concepción dialéctica del amor. En tanto eros, el amor es sinónimo de creación, pero también de carencia; en primer término es amor a la sabiduría, es conocimiento de la belleza, pero al mismo tiempo es ausencia, es decir, capacidad de aspiración y de deseo.

 En tal sentido, el amor es y no es al mismo tiempo. Es primero carencia, para después tornarse en realización de la persona que ama o es amada.
Por su parte, Tomás de Aquino define al amor como un acto genérico de la voluntad orientado hacia el bien en general. Según este teólogo-filósofo: “Todo el que obra, obra por un fin. El fin es el bien que cada uno ama y desea, por lo que resulta manifiesto que todo agente obra cualquier acción por algún tipo de amor”.
Bajo este sentido, buscamos todo tipo de fines porque pensamos que ese es nuestro bien, y en esa búsqueda incesante, el fin que buscamos es lo que uno ama. Por consiguiente, para Tomás de Aquino, el bien y el amor son una y la misma cosa.

10. LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD MORAL

1 0 . 1 . A u t o d e t e r m i n i s m o , d e t e r m i n i s m o e i n d e t e r m i n i s m o : c o n c e p c i o n e s s o b r e l a l i b e r t a d 

Se dice que el hombre a lo largo de la historia ha luchado denodadamente por su libertad.

 Para comenzar con esta reflexión, podemos decir que la libertad se ha venido entendiendo en dos sentidos.
La libertad, concebida en el primer sentido está fundada en la experiencia cotidiana de poder decidir entre hacer algo o dejar de hacerlo.
En el segundo sentido, la libertad concebida como revocación de toda forma de dominación, significa que se es libre cuando no se tiene encima de sí alguien que le oprima, le explote, le domine de alguna manera.
 Como ejemplo de este tipo de libertad tenemos las siguientes expresiones: “Soy libre para tomar mis propias decisiones con un sentido de responsabilidad”, “soy libre para determinar mi propio proyecto de vida”, “soy, finalmente yo mismo, la fuente de mis propias decisiones”, etcétera.
Estamos hablando de dos sentidos generales que toma el concepto de libertad: libertad en sentido positivo; libertad de hacer lo que se quiere, lo que se desea, aquello de lo que se tiene voluntad, o hacer también lo necesario para revocar cualquier forma de dominación que nos impida actuar libremente.

1 0 . 2 . C o n c e p t o s y r e a l id a d e s r e l a c io n a d o s CON EL EJERCICIO DE LA LIBERTAD



10.2.1. Los determ inism os biológicos y culturales



Se puede decir que, a pesar de los determinismos biológicos crecimiento biológico y culturales educación, lenguaje, cultura, etc. que influyen sobre nuestras vidas, “estamos condenados a ser libres”. Siempre existirá un margen de actuación para la voluntad de la acción. En este sentido, la libertad se convierte en el concepto central de la ética, pues gracias a que somos libres y, por tanto, a que tenemos capacidad de autodeterminación, nos vamos constituyendo en sujetos cada vez más autónomos y racionales, en una palabra, más humanos. La ética misma consiste, pues, en este proceso de subjetivación y de autoapropiación de nuestras propio y personal proyecto de vida.


10.2.2. La libertad como ejercicio de elección


A diferencia de otros seres vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida, cosa que no sucede con los animales. Sin embargo, así como somos capaces de inventar y elegir, podemos también equivocarnos. Para no equivocarnos debemos procurar un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir, es a lo que llamamos ética. No obstante, lo que vaya a ser nuestra vida, dependerá en gran parte de nuestra libertad, es decir, de nuestra capacidad para inventar, elegir y discutir por nosotros mismos nuestro propio proyecto de vida..

10.2.3. Libertad y Voluntad


Según lo anterior, en el proceso de constitución de nuestra libertad, hay cosas que dependen de nuestra voluntad y otras no. Solamente en el primero caso se puede decir que somos libres. Somos libres cuando nuestras decisiones están sustentadas en las cosas que dependen de nuestra voluntad y no la de otros. En el mundo, no todo depende de mi voluntad porque hay otras voluntades y otras muchas necesidades que no podemos controlar a nuestro placer.

10.2.4. Libertad, destino y destinación


La libertad, como hemos venido señalando, es la posibilidad y al mismo tiempo la capacidad que tenemos los humanos de inventar, decidir y elegir entre lo posible por nosotros mismos. Se trata de una elección no aparente sino real, en donde de manera racional y crítica nos hacemos responsables de nuestros propios actos. El hombre, cuanto más libre, se constituye en un sujeto más moral. Pues éste, no es nunca algo acabado, sino un proyecto de ser. A través de la libertad, se acendra y se amplifica en su ser; se proyecta como ser autoconsciente, se apropia y diseña no su propio destino, sino su propia destinación.


10.2.5. Libertad, costumbres, hábitos y caprichos 


La libertad no es algo que pueda ser asociado con las costumbres, los hábitos y los caprichos. Libertad consiste en querer ser uno mismo; es aquello que depende de nosotros mismos, no de lo que depende de las costumbres adoptadas en la época en la que nos toca vivir, ni en los hábitos y los caprichos propios o de los demás.

 Dos más dos son cuatro”, tal expresión no depende de nosotros, pero sí podemos elegir entre situaciones de nuestra vida que no están predeterminadas y que caen dentro del campo de aquello que sí depende de nosotros.

10.2.6. Significados actuales de la responsabilidad

Finalmente, la libertad es algo que dependerá en todo momento de que cada cual “haga lo que quiera”, de ahí la sentencia ética de Savater: ¡ha% lo que quieras!, sí, haz lo que quieras, pero siendo consciente de que estás decidiendo y que tendrás que responsabilizarte de las consecuencias de tus acciones. En ello consiste el carácter autodeterminante de la libertad, es decir, ser conscientes de que estamos decidiendo no de forma aparente, sino real y responsablemente.


9. ASPECTOS CONSTITUTIVOS DE LA PERSONALIDAD MORAL

9 . 1 . E t h o s , c a r á c t e r y p e r s o n a l i d a d m o r a l

La vida humana es por naturaleza moral, en tanto el hombre está irremediablemente emplazado a conducirla por sí mismo. La moral, en este sentido primario, consistirá en cómo la conduzca, de acuerdo con las posibilidades que él mismo haya preferido.
La moral consiste, por tanto, no sólo en ir haciendo mi propia vida, sino en cómo de hecho la he construido, a partir de la incorporación de las posibilidades ya realizadas.
En este sentido, la moral resulta ser algofísicamente real, o como decía Aristóteles, una segunda naturaleza. La apropiación real de estas posibilidades, buenas o malas, es lo que va conformando mi doble naturaleza, es decir, mi doble personalidad.
Al apropiarme de mis posibilidades me autodefino, defino mi personalidad, esto es, lo que de hecho soy. Sobre mi realidad por naturaleza se va conformando mi “segunda naturaleza”, que consiste en la apropiación de mis propias posibilidades.
Por ello, al realizar cada uno de mis actos, voy realizando en mí mismo, mi propio ethos, carácter o personalidad moral, lo que de hecho soy, moralmente hablando.
De este modo, la personalidad moral incorpora todos aquellos actos que vamos bordando en nuestro trayecto de vida, es decir, lo que de suyo va quedando a medida que la vida pasa: hábitos, costumbres, virtudes, vicios, valores, etc.; todo ello es lo que da forma a nuestro propio ethos, nuestro carácter y singular modo de ser.
En este proceso de autoformación de la personalidad moral, somos agentes, autores y actores de nuestras acciones. Agentes, en cuanto los actos emergen de nuestra naturaleza; autores, en cuanto son libres.

9 . 2 . T e m p e r a m e n t o y c a r á c t e r


Como señala Erich Fromm,102 las diferencias entre las cualidades heredadas y las adquiridas es, en general, sinónimo de la diferencia entre temperamento, dotes y todas las cualidades físicas constitucionales, por una parte, y el carácter, por la otra.

 Mientras que las diferencias en el temperamento no tienen carácter ético, las diferencias en el carácter constituyen el verdadero problema de la ética; ellas son la expresión del grado en que un individuo ha tenido éxito en el arte de vivir.
Esta distinción resulta fundamental para entender a su vez las marcadas diferencias entre dos conceptos que a menudo se tienden a confundir: temperamento y carácter.
El primero, se puede decir, tiene un matiz de corte genético, constituyendo por ello un conjunto de cualidades y heredadas por el individuo, debido a su constitución psicobiológica, en tanto que el carácter tiene más bien un significado ético: es lo que el hombre se va haciendo como ser consciente y libre.
El temperamento se refiere al modo de reacción y es algo constitucional e inmodificable en el individuo, mientras que el carácter se forma esencialmente por las experiencias de la persona, especialmente, en su infancia y es modificable hasta cierto punto por el conocimiento de uno mismo y por nuevas experiencias.
Si una persona, por ejemplo, posee un temperamento colérico e irascible, su modo de reacción es “rápido y fuerte”. Pero aquello ante lo cual reacciona rápida y violentamente, depende de su carácter. El temperamento es inmodificable, en tanto que el carácter recupera las experiencias de la persona, por lo que es modificable. 

8. LA DESMORALIZACIÓN HUMANA

Lo amoral, inmoral y la desmoralización en el hombre, más que ser una mera antítesis conceptual de lo considerado como propiamente “moral”, se convierte en un abandono de la posibilidad de llegar a ser cada vez más humano, es decir, más justo, honesto, libre, racional, y todo aquello que, de acuerdo con la moral como contenido, constituye lo estrictamente humano.
Esto último es precisamente lo que nos quiere decir José Ortega y Gasset, cuando señala que la vida humana consiste, fundamentalmente, en tarea y quehacer. Para este filósofo español, decir que el hombre es “moral” es un pleonasmo, una mera tautología.
 Me irrita porque en su uso y abuso tradicionales se entiende por moral no sé que añadido de ornamento puesto a la vida y ser de un hombre o de un pueblo. Por eso yo prefiero que el lector lo entienda por lo que significa, no en la contraposición moral-inmoral, sino en el sentido que adquiere cuando de alguien se dice que está desmoralizado.
Entonces se advierte que la moral no es un performance suplementaria y lujosa que el hombre añade a su ser para obtener un premio, sino que es el ser mismo del hombre cuando está en su propio quicio y vital eficacia.
Un hombre desmoralizado es simplemente un hombre que no está en posesión de sí mismo, que está fuera de su radical autenticidad y por ello no vive su vida, y por ello no crea, ni fecunda, ni hinche su destino.

martes, 27 de noviembre de 2018

7. MORAL COMO ESTRUCTURA Y MORAL COMO CONTENIDO

El hombre posee una estructura moral, que consiste precisamente en esa facultad para ser libre, es decir, para preferir y optar ante las diferentes situaciones que se le plantean en el curso de la vida. Sin embargo, una cosa es la estructura moral del hombre y otra cosa es la moral como estructura y la moral como contenido.
Para José Luis Aranguren, existen dos dimensiones nítidamente diferenciadas, en las que el ser humano realiza los actos de justificación de sus acciones: justificación como ajustamiento y justificación como justiáa. La primera de ellas recibe el nombre de moral como estructura y la segunda, moral como contenido.

La moral como estructura, significa que todo acto humano, verdaderamente justificado, tiene que ser justo, es decir, ajustado a la realidad; por lo que aquí la justificación se entiende como ajustamiento del ser humano, entendido éste como organismo determinado biológicamente, pero que responde de forma inteligente ante la realidad.
En la moral como contenido, se concibe a la justificación como justicia. Consiste en que el acto se ajuste no ya a la situación, a la realidad, es decir, al estímulo del medio ambiente, sino a la norma ética, al fin último, a la ley o conciencia moral. Justo en esta dimensión, ya no significa ajustado, sino honesto; justicia debe tomarse aquí como sinónimo de honestidad.
 En este sentido, la justificación como justicia es la que más interesa desde el punto de vista moral, ya que en este plano las acciones pueden ser justas o injustas, morales e inmorales, y hasta si se quiere, amorales. Parafraseando en esto a José Luis Aranguren, podemos decir que mientras la moral como estructura es algo que recibimos como parte de nuestra naturaleza animal, la moral como contenido somos nosotros quienes nos la apropiamos, siendo esto último posible a partir del uso de nuestra auténtica libertad.

6. LA MORALIDAD COMO REALIDAD ESTRUCTURANTE DE LO HUMANO

6 . 1 . C o m p o r t a m i e n t o a n i m a l v e r s u s COMPORTAMIENTO HUMANO 
Hemos venido sosteniendo a lo largo de esta unidad que la realidad moral es constitutivamente humana, o a la inversa, que la realidad humana es constitutivamente moral. Aunque para el caso de este rasgo de la condición humana, cabe aclarar que no se trata de un mero ideal, sino de una necesidad planteada por la propia naturaleza del ser humano, en tanto ser indeterminado, ambiguo y contradictorio que es.
Para el caso de los animales, las respuestas que éstos ofrecen al medio ambiente son siempre de carácter mecánico y unívoco. Hay así un “ajustamiento” perfecto gracias a su dotación y determinación biológica que les hace responder ante los estímulos siempre de una forma y no de otra. A este ajustamiento se le denomina “justeza”, y se produce de forma automática
Ahora bien, mientras en los animales hay siempre respuestas unidireccionales y repetibles mecánicamente, en el ser humano la respuesta no se produce de forma automática, y en esta no determinación de la respuesta, se produce el primer momento básico de la libertad, gracias a que el hombre se encuentra libre de estos estímulos del medio ambiente y puede adaptarse de múltiples formas gracias a que posee inteligencia, misma que le permite hacerse cargo de su situación de manera libre y consciente.
 Y no sólo porque la respuesta no viene ya biológicamente condicionada, sino porque, precisamente por esta razón, tiene que justificarla. A este tipo de ajustamiento humano, se le denomina justicia.
6.2. L a ju s t if ic a c ió n c o m o e s t r u c t u r a INTERNA DEL ACTO MORAL
Aún y cuando en el animal el ajustamiento con respecto al medio se produce de realidad en realidad —de organismo a organismo- directamente, en el caso del ser humano se da indirectamente, a través de la posibilidad y la libertad, es decir, libertad no sólo de tener que responder unívocamente, sino también libertad para preferir en vista de algo, convirtiéndose así los estímulos en instancias y recursos, esto es, en posibilidades.

En una palabra, mientras al animal le está dado el ajustamiento, el hombre tiene que hacer ese ajustamiento. .. es decir, tiene que justificar sus actos. La justificación es, pues, la estructura interna del acto humano. Por eso, en vez de decir que las acciones humanas tienen justificación debe decirse que tienen que tenerla; que necesitan tenerla para ser verdaderamente humanas.
Consiste en dar cuenta de dicho acto, dando al mismo tiempo razones de la posibilidad que se ha puesto en juego; pero no sólo eso, se requiere además, como hay muchas posibilidades de acción, de preferir alguna de ellas sobre las demás, y en esto consiste el acto mismo de la libertad. 

5. IMPORTANCIA DE LA INTERSUBJETIVIDAD EN LA CONSTITUCIÓN DEL SUJETO ÉTICO

IMPORTANCIA DE LA INTERSUBJETIVIDAD EN LA CONSTITUCIÓN DEL SUJETO ÉTICO 
Pero no es el yo individual el único horizonte de la eticidad humana, pues el fundamento y posibilidad de la libertad creadora de las acciones propiamente éticas, entendida la acción humana como principio y como voluntad, no se dan en el vacío. El yo no puede llegar a ser plenamente unj o ético, es decir, un ser que pueda alcanzar su autotrascendencia, si es concebido al margen de la comunidad dejo es con los que convive cotidianamente, y constituyen por ello mismo, la condición de posibilidad de su confirmación y reconocimiento como tal yo. 
En esta perspectiva, Savater concibe al yo ético a partir de los principios que para él constituyen los puntos de partida de la reflexión ética, como son: la acción, la existencia dinámica, la posibilidad y la libertad. Sin embargo, un nuevo principio que agrega a los anteriormente citados es la intersubjetividad.


Según esto último, el proceso de constitución del sujeto ético visto por Savater, pasa necesariamente por tres momentos interconstitu-.yentes que son complementarios. Primero, el proceso consiste en asumirse como un sujeto capaz de ser libre y, por ello, no cosificable; en segundo lugar, se hace necesario entrar en el juego del Ínter-reconocimiento establecido entre el propio yo y los otros yoes como sujetos de libertad, y tercero, para lograr todo ello, se requiere instituir una comunidad de sujetos donde todos sean vistos como fines en sí mismos, y como entes capaces de desarrollar sus propias potencialidades realidad de lo posible.

4. EL QUERER COMO POSIBILIDAD



 EL QUERER COMO POSIBILIDAD
La ética del deseo, de la posibilidad y de la libertad transforma el principio cartesiano “pienso, luego existo”, por el de “quiero, luego existo”. Si la acción humana es el fundamento de toda moralidad, para ser el hombre primero tiene que querer ser. Ya no se trata ahora de la acción como fundamento, sino de interrogar por el fundamento del fundamento, esto es, por aquello que está detrás de la acción misma, y que es precisamente la voluntad como fundamento de la acción ética. Así, el nuevo principio de la subjetividad énea no es el deber, sino mi voluntad más profunda.
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querer ser más, querer acendrarse y ampliarse más en el ser. En último término, querer es querer ser plenamente, totalmente: ser del todo y el todo. Quiero luego soy porque no quiero primordialmente más que ser y soy mi querer y soy lo que quiero, consisto en querer ser.
Al igual que el deseo radical, el querer no es un querer cualquiera. No es un querer del tipo: “lo quiero porque se me pega la gana”, “lo quiero pero no sé por qué lo quiero”. El querer, en un sentido ético, no es sinónimo de capricho, terquedad o simplemente, una acción fortuita, sino que es un querer radical en donde nos va nuestro propio ser, es decir, el ejercicio consciente de nuestra libertad. Así, lo que el yo quiere es ser, amplificar su ser; se trata de su querer esencial y fundamental. Ser para el yo es, precisamente, permanecer como un todo y abrirse justamente a lo posible.

3.EL HOMBRE COMO SER CONSTITUTIVAMENTE MORAL

Se afirma que somos, según cierta tradición de la filosofía moral hispana,75 seres constitutivamente morales, lo que significa, para decirlo en términos coloquiales, que “no nos queda de otra.
En esto, y, parafraseando ajean Paúl Sartre, estamos condenados a ser sujetos morales.
Podemos comportarnos de forma moralmente correcta en relación con determinadas concepciones del bien moral, es decir, en relación con determinadas normas y códigos morales para nosotros valiosos, o bien, en el otro extremo, podemos comportarnos de forma inmoral con respecto a ellos, pero estructuralmente hablando, no existe ninguna persona que se encuentre situada “más allá del bien y del mal.
 Esto significa que ante el hecho moral, por más que queramos, no podemos ser indiferentes: somos seres morales tanto porque nos apegamos a cierta moral como porque nos apartamos de ella.
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Este término supone que el hombre no está programado para llegar a ser de una sola forma, sino que puede optar por varios caminos, por ello es un ser indeterminado, ambiguo y contradictorio.

martes, 13 de noviembre de 2018

2. EL HOMBRE COMO SUJETO DEL DESEO

EL HOMBRE COMO SUJETO DEL DESEO:

Dentro de las estructuras éticas y ontológicas del ser del hombre se encuentra principalmente el deseo, elemento constitutivo que nos hace seres humanos. Pero éste adquiere diferentes significados según las distintas perspectivas teóricas desde las cuales se le aborda.
Desde el sentido común, el deseo tiende a ser identificado con el deseo sexual. En esta misma línea de interpretación, pero desde un enfoque científico, la concepción freudiana asocia al deseo con la libido, es decir, con el impulso sexual reprimido en el individuo, no susceptible de realización, precisamente por razones sociales, axiológicas y culturales. Se trata del deseo sexual sublimado.
Esta concepción libidinal del deseo resulta ser insuficiente para dar una explicación de la rica complejidad del fenómeno, toda vez que éste, como manifestación de la acción humana que es, no se reduce sólo a deseo sexual, pues el hombre es sujeto del deseo de muchas cosas más.
 Sin embargo, en el propio Freud hay una distinción sutil pero decisiva y fundamental entre libido y eros: no son equivalentes. Y sólo si se concibe como Eros, como pulsión de vida, y de ahí como fuerza de unión y creación, puede ser el deseo verdadero origen o fuente vital de la valoración y de la creación de valores.
Esta concepción del deseo identificado con el eros, es decir, con el amor entendido como impulso de vida, y a su vez como fuente originaria de la valoración y de la creación de los valores, aparece muy cercana a una significación ética del deseo, ya que, en esta perspectiva, es visto como el fundamento que hace posible a la eticidad, esto es, las posibilidades que tiene el hombre de elegir libremente y de elegirse, por tanto, a sí mismo.
 En este sentido, se dice que el hombre es un ser con relación a sus posibilidades, esto es, se define como naturaleza posible; en pocas palabras, como deseo de llegar a ser plenamente libre, y con ello, más humano. En cuanto sujeto del deseo, el hombre ... es naturaleza ambigua, abierta, susceptible de devenir y autotransformarse.

1.EL HOMBRE COMO

. EL HOMBRE COMO:

2.1. Acción
Concebir al hombre como un ser activo ha sido uno de los temas en los que algunos filósofos de todos los tiempos han coincidido, desde Platón y Aristóteles, pasando por Spinoza, Leibniz, Marx, y, en nuestros días, Fernando Savater. Por lo que no puede haber mejor comienzo para quien pretende acercarse al estudio de la ética, que tomar como punto de partida a la acción, concretamente a la acción humana.
En el diálogo E¿ Sofista o del Ser, Platón hizo una afirmación que para muchos, en tanto que fue un filósofo idealista que sostuvo que el verdadero ser se encuentra no en las cosas sensibles sino en las ideas, pudiera resultar controvertida. Para él: “conocer es actuar”. Quería decir que esta acción sobre las cosas que es el conocimiento, constituye el instrumento simbólico mediante el cual, al relacionarse cognoscitiva-mente con ellas, el hombre las hace inteligibles.
Por su parte, “Aristóteles distinguió dos clases de actividad humana: la praxis, instransitiva, que consiste en el puro ejercicio del sujeto, y la poiesis, transitiva, que consiste en hacer algo y dejar como remanente un producto”.
 Se trata de la distinción entre las actividades desinteresadas y las que tienen por objeto precisamente las objetivaciones, es decir, la obtención de un producto como obra final. En el caso de filósofos como Spinoza y Lebniz, lo que éstos denominan sustanáa, no es más que un “punto de fuerza”, es decir, una perpetua vocación transformadora de las cosas.
 Continuando con esta tradición del pensamiento filosófico, en el siglo XIX serán Karl Marx y Federico Engels, quienes van a sostener que no es la conciencia lo que mejor define al hombre, como se había sostenido desde Aristóteles, sino el trabajo, esto es, la praxis transformadora de la naturaleza y de la vida social.

2 .2. Posibilidad
Como sostuvimos líneas arriba, el hombre es acción, es posibilidad de llegar a ser todavía lo que no es. Es algo que está sujeto a la dialéctica que consiste en hacerse y re-hacerse, esto es, en inventarse a sí mismo. A diferencia de los animales, que no pueden ofrecer mas que respuestas mecánicas e instintivas ante las influencias del medio ambiente, el hombre es un ser con posibilidades de optar por varios cursos de acción cuando se le presenta una situación en donde entra en juego su capacidad de decisión. En tal sentido, la posibilidad es en sí misma un rasgo constitutivamente moral del hombre, en tanto que con su ejercicio trasciende su propia animalidad.
primaria y consustancialmente, es una entidad en proceso de construcción, es un ser que no está clausurado en su misma especie, en su ser individual, como especie animal; sino que es un ser móvñ, es un ser ambiguo, es un ser inestable e inacabado, pero que en esa movilidad y ambigüedad y en esa inestabilidad, paradójicamente, está su grandeza, y su poder. “Esa característica de poder construirse ‘idealmente’ es algo que descubrimos en los textos primeros de la cultura clásica: la de ver al hombre como posibilidad.
Bajo estas consideraciones, el hombre es un ser de posibilidades, puesto que no se encuentra hecho, consumado, paralizado, sino que se mueve, precisamente porque es “construible”, en un universo impreciso lleno de posibilidades.

2. 3.Persona
Cabe reconocer que el concepto de persona no ha recibido la misma atención por parte de los filósofos morales o éticos hispanos de los que nos hemos venido ocupando, sin embargo, filósofos como Boecio, Kant, Mounier, Fernando Savater y Carlos Díaz, se han ocupado de este tema con referencias directas, en algunos casos, y en otros indirectas, al ámbito de la ética. Boecio, quien vivió en el siglo vi, definió a la persona como una “sustancia individual de naturaleza racional.
4 Desde Aristóteles, la sustancia se viene definiendo como algo que es en sí y no en otro, de lo cual inferimos que la persona en tanto sustancia es sustento de sí misma, de todos y de cada uno de sus actos. Como sustancia individual, se admite que la persona no se puede dividir, sino que al ser uno, es indivisible. Como ser racional, la persona es libre y consciente de sus actos. En este sentido, si la persona es libre, ello se debe a que es precisamente racional.
Para Emmanuel Kant, el concepto de persona aparece fuertemente asociado al de respeto, ya que éste se da en dos sentidos: como respeto a la ley, y como respeto a la persona. En el caso del primero, consiste en una subordinación de la voluntad, la cual tiene conciencia de que debe acatar la ley, mientras que en el segundo caso, respeto significa tener conciencia de que los demás seres humanos son personas y que, por esta razón no debemos emplearlos como medios sino verlos como fines en sí mismos.

Primer Tema de Segundo Parcial: El Hombre como ser constitutiva-mente moral.......

EL HOMBRE COMO SER CONSTITUTIVA-MENTE MORAL

Se afirma que somos, según cierta tradición de la filosofía moral hispana, seres constitutiva mente morales, lo que significa, para decirlo en términos coloquiales, que “no nos queda de otra”. En esto, y, parafraseando ajean Paúl Sartre, estamos condenados a ser sujetos morales. Podemos comportarnos de forma moralmente correcta en relación con determinadas concepciones del bien moral, es decir, en relación con determinadas normas y códigos morales para nosotros valiosos, o bien, en el otro extremo, podemos comportarnos de forma inmoral con respecto a ellos, pero estructural-mente hablando, no existe ninguna persona que se encuentre situada “más allá del bien y del mal”. Esto significa que ante el hecho moral, por más que queramos, no podemos ser indiferentes: somos seres morales tanto porque nos apegamos a cierta moral como porque nos apartamos de ella. Desde los orígenes mismos de la humanidad, la conducta humana se enfrenta a la doble posibilidad de ser, precisamente “buena” o “mala”, digna o indigna del hombre. Así, la libertad implica siempre el riesgo humano de escoger tanto una conducta como otra. De ahí lo que en ética se conoce como ambigüedad humana. 
El hombre, entonces, considerado desde su propia naturaleza, es un ser ambiguo y contradictorio por excelencia. Potencial y con-sustancialmente contiene en sí la posibilidad de humanizarse o deshumanizarse, puede tender hacia el bien o hacia el mal, abonar a su perfeccionamiento moral o abandonarlo, por ello, se dice que es un ser contradictorio y ambiguo, ya que incluye en su ser la doble posibilidad de desarrollar el bien y el mal, es decir, los contrarios que potencialmente hay en cada uno de nosotros. Y dado que no podemos vivir al margen de ésta nuestra humana condición, que consiste en vivir valorando siempre.
La historia ofrece el testimonio de la presencia de los valores del hombre humanizado, aunque sobre todo lo ofrece de su ausencia y su indudable rareza; éstas son consecuencia de dos signos irreductibles de la libertad: la decisión y el esfuerzo. En el hombre están sin duda los impulsos dominantes del odio, la destrucción, la crueldad y el sufrimiento, del inagotable poder de irracionalidad y malignidad, de auto-negación de la libertad y dignidad humanas; males, todos, de los que sólo el hombre es capaz. Pero también en la misma naturaleza humana, en su ambigüedad constitutiva, están obviamente los poderes contrarios, creadores del homo humanus

Video del segundo parcial

Unidad 2 el hombre como:

Introducción
En el video que se realizará lo largo de esta unidad se expondrá al hombre como acción persona y posibilidad.

Objetivo
El video explicativo será apto para jóvenes mayores de 15 años pues este contará con lenguaje coloquial, pero a su vez formal qué demuestra al ser humano pensante lleno de posibilidades

Justificado
Debido a que el video será mostrara al ser humano accionando este será mostrado desde una perspectiva joven, escolar ocupando como ambiente la escuela y el hogar

Fundamentación
El video será en base a los documentales
Guion
-Comenzaremos con la presentación, diremos nuestros nombres y empezaremos a decir lo más importante de cada tema.
-Se pondrán diferentes imágenes sobre el hombre como acción, mientras que mi compañero hablara de lo más importante.
-Se pondrán diferentes imágenes del hombre como, persona, mientras que mi compañero hablara lo más importante.
-Se pondrán diferentes imágenes del hombre como, personalidad, mientras que mi compañero hablara lo más importante.

NARRACION:

Acción
 Concebir al hombre como un ser activo ha sido uno de los temas en los que algunos filósofos de todos los tiempos han coincidido, desde Platón y Aristóteles, pasando por Spinoza, Leibniz, Marx, y, en nuestros días, Fernando Savater. Por lo que no puede haber mejor comienzo para quien pretende acercarse al estudio de la ética, que tomar como punto de partida a la acción, concretamente a la acción humana
Posibilidad
Como sostuvimos líneas arriba, el hombre es acción, es posibilidad de llegar a ser todavía lo que no es. Es algo que está sujeto a la dialéctica que consiste en hacerse y re-hacerse, esto es, en inventarse a sí mismo. A diferencia de los animales, que no pueden ofrecer mas que respuestas mecánicas e instintivas ante las influencias del medio ambiente, el hombre es un ser con posibilidades de optar por varios cursos de acción cuando se le presenta una situación en donde entra en juego su capacidad de decisión. En tal sentido, la posibilidad es en sí misma un rasgo constitutivamente moral del hombre, en tanto que con su ejercicio trasciende su propia animalidad.

Persona
Cabe reconocer que el concepto de persona no ha recibido la misma atención por parte de los filósofos morales o éticos hispanos de los que nos hemos venido ocupando, sin embargo, filósofos como Boecio, Kant, Mounier, Fernando Savater y Carlos Díaz, se han ocupado de este tema con referencias directas, en algunos casos, y en otros indirectas, al ámbito de la ética. Boecio, quien vivió en el siglo vi, definió a la persona como una “sustancia individual de naturaleza racional”.84 Desde Aristóteles, la sustancia se viene definiendo como algo que es en sí y no en otro, de lo cual inferimos que la persona en tanto sustancia es sustento de sí misma, de todos y de cada uno de sus actos. Como sustancia individual, se admite que la persona no se puede dividir, sino que al ser uno, es indivisible. Como ser racional, la persona es libre y consciente de sus actos. En este sentido, si la persona es libre, ello se debe a que es precisamente racional.
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