Para Lipovetsky la ética de los tiempos democráticos que corren es más
bien “indolora”, es decir, alérgica a los deberes, a las obligaciones y a los
sacrificios personales; se trata de un tipo de ética que sólo se pone en
marcha gracias a la espontánea voluntad de los sujetos. Bajo este nuevo
horizonte, el querer hacer las cosas, no el deber de hacerlas, es la razón
más contundente para realizar cualquier empresa.
De este modo, la voluntad de hacer las cosas ha pasado al primer
plano de una ética basada en el bienestar individual. Ya no se trata de la
búsqueda del Bien, como una de las grandes virtudes morales, como en
antaño se propoma en los discursos filosóficos y en los comportamientos
basados en una ética del deber, sino de la búsqueda, a como dé lugar,
del bienestar individual.
Bajo esta lógica, se trata de reclamar los derechos individuales
(“subjetivos”), pero sin que éstos impliquen deberes. Este sería propiamente
el sentido del paso de la moral tradicional del deber, a la ética del
bienestar individual.
Tras una fase de disolución del orden heterónomo y sacrificial al
que tendía la moral del deber, se da paso a un nuevo orden de valores
que tiene como eje central el ideal del respeto a los “derechos subjetivos”
de los individuos. Se trata de una ética del interés personal, donde habría
menos “heroísmo ético”, y, en cambio, más “egoísmo inteligente”, a favor
claro está, del bienestar individual.
6.2. El n u e v o o r d e n a m o r o s o
Los problemas sociales y morales del siglo XX y principios del XXI,
están llevando a la humanidad por el sendero de una crisis colectiva. La
velocidad que asiste al desarrollo industrial está dejando tras de sí un
interés por aquellos principios éticos universales; de una moral del deber
estamos pasando a una ética del querer, en donde la ética del amor
propio ya no es concebida como una condición del amor a los demás.
En las sociedades actuales este tipo de mutaciones están dando forma
a lo que Lipovetsky ha dado por nombre un “nuevo orden amoroso”,
donde lo que cuenta no es una clase de amor supeditado al deber y a los
imperativos categóricos que regulaban este tipo de sentimientos en las
sociedades tradicionales, sino el bienestar individual, en el que se hace
prevalecer la felicidad light presentista, por encima de la realización de las
virtudes y deberes, y donde el Bien, como ideal ético de la modernidad,
ha dado paso al bienestar individual en las sociedades postmoralistas.
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