La ética del amor propio, presupone en todo momento no sólo la relación
persona-persona, sino también la relación hombre-cosa, hombre-mundo
y hombre-vida en general. Se trata, en este caso, de un amplio espectro de
vínculos humanizadores que el hombre es capaz de construir y, gracias a
los cuales, da lugar a su segunda naturaleza, ya que todo lo que el hombre
toca, entra en el reino de la cultura, su cultura.
Los modos de apropiación que el hombre pone en juego en estas
múltiples relaciones pueden ser de distinto tipo: cognitivo científicofilosófico,
mítico-religioso basado en creencias en seres sobrenaturales y práctico-utilitario intereses instrumentales.
Un cuarto modo de
apropiación no contemplado de manera explícita en los tres anteriores,
resulta ser el modo de apropiación ético. Este último remite a los fines y
valores que orientan la acción del hombre en sus relaciones con las cosas
materiales, la naturaleza, la humanidad y la vida en general.
Como ejemplo
de ello, podemos decir que resulta más ético no destruir una piedra que
destruirla cuando es innecesario; no arrojar desechos tóxicos al mar que
arrojarlos, no asesinar especies marinas en peligro de extinción que su
exterminio, no cometer crímenes contra la humanidad que cometerlos,
o finalmente, no atentar contra la vida que ponerla en peligro.
4 . 1 . R e s p e t o a l a v i d a
La lucha por la vida es una de las constantes de los seres vivos.
Hasta el punto de que, durante siglos, se consideró el derecho a la
vida como el primer artículo de una ley natural. Ningún ser vivo
quiere la muerte. Esta es siempre algo que acaece, que sobreviene,
no algo que los que están vivos busquen o quieran por sí mismos.
Todos los seres concretos históricos, espaciotemporales (sean
estrellas o peces, nubes o montañas) están limitados en el espacio y el
tiempo. Se dice que sólo Dios es eterno e infinito, puesto que está en
todo lugar y tiempo. Pero en el mundo real todo empieza y todo acaba.
4 . 2 . R e s p e t o a l a n a t u r a l e z a
Tenemos razones suficientes para pensar que los
problemas de la naturaleza son los problemas del hombre por excelencia: necesariamente hacen referencia a su permanencia
o destrucción definitiva.
Ante esto, se deben ofrecer razones al individuo para que se convenza
de que respecto a la naturaleza no podrá actuar más sin limitación
alguna. El ser humano necesita de autocontrol. Kant pedía a la razón
metafísica no se excediera en su uso, nosotros podemos exigir al hombre
de hoy no abuse de su condición antropocentrista.
Si sucumbe la naturaleza, caen con ella los grandes paradigmas del
hombre. Por ejemplo, la ciencia, al versar sobre la naturaleza y la sociedad,
produce un conocimiento menos sustantivo en la medida en que
aquello que constituye su objeto se encuentra cada vez más devaluado;
tal es el caso de las relaciones individuo-naturaleza.
4 . 3 . R e s p e t o a l a h u m a n i d a d
La humanidad es tanto origen como destino común
de los seres humanos en el planeta tierra. Con este
proceso, que es la historia incesante de la humanidad,
nos referimos al hombre humanizado, pero también
al no-humanizado, es decir, al que se aparta del
destino común tendiente al perfeccionamiento del
género humano.
Se ha dicho una y otra vez, que el hombre
posee dos naturalezas: la primera referida a los
condicionamientos biológicos que comparte con la
especie animal, la segunda está relacionada con la
cultura. Pero, habría a esto que agregar una tercera
naturaleza, y ésta es precisamente la humanidad,
es decir, lo que genera la propia cultura; lo que el
hombre ha sido, es y seguirá siendo mientras siga
vivo en el planeta tierra.
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